miércoles, 6 de mayo de 2009

Entrenamiento de juveniles

El juego moderno.

El resultado de los análisis obtenidos basados del estudio de un determinado número de partidos visualizados, nos indica que el factor clave del rendimiento de un equipo, es el adecuado uso de la posesión, antes que la cantidad de posesión.
El equipo debe conseguir efectividad en el juego, para asegurar así la compleja serie de secuencias que se producen en el mismo, cualquiera sea el origen de la posesión.
La mayoría de los puntos son marcados desde las fases de fijación (formaciones móviles ruck o maul), con balones recuperados produciendo contraataque o perforando a la defensa desde la 2da o 3ra fase de juego siguiendo movimientos preestablecidos, que desde las fases de lanzamiento (scrum y line out.), porque la defensa está mas organizada en estas últimas.
Siendo más agudo surge de este análisis lo siguiente:
En un alto porcentaje está comprobado que el equipo que gana el juego emplea menos situaciones de maul /rucks, pero cuando estas situaciones aparecen, estos equipos producen una transformación de las mismas con extrema perfección y rapidez.
El kick en ataque puede ser muy efectivo si el balón es recuperado después del kick, ya que la posibilidad de marcar un try se aproxima a un 90% de los casos.
Este análisis sugiere que la primera preocupación de los entrenadores es hacer a los jugadores tan efectivos como sea posible para que puedan desorganizar a la defensa. Para hacer esto, los jugadores necesitan entender el juego de movimiento a fin de que ellos puedan entonces entender las distintas situaciones que integran ese movimiento.
El objetivo es realizar continuidad en el juego, gracias a la capacidad de los jugadores en jugar de una manera coherente, conectando el juego de lo forwards con los backs y viceversa, entonces esto es esencial para practicar en las áreas del mejoramiento de la táctica del juego y los procesos de toma de decisiones de todos los jugadores. Esta es una de las maneras de entender la lógica del juego conectada por las acciones individuales de los jugadores dentro de las circunstancias del juego, entonces, se necesitan producir jugadores que adapten su juego a la realidad de la oposición, con destrezas, la cual permita a ellos asumir algún rol en ataque como en defensa, esto sucede en las fases de fijación, donde cada jugador revierte su posición en el equipo, y por lo tanto debe ejecutar adecuadamente sus gestos.
Con este fundamento, los jugadores estarán capacitados para ejecutar desde todas las situaciones del juego tanto para romper el juego desde el inicio de las formaciones fijas (line/scrum), ruck o maul, o de situación de tackle, en ataque o en defensa. Los forwards deben primero jugar de forwards, pero también deben manejar y correr como los backs; inversamente los backs deben también manejarse dentro de la oposición como los forwards y garantizar ganar y mantener la posesión, este análisis del jugador se denomina polivalencia técnica.

El rugby moderno
Este es un concepto difícil de manejar ya que el mismo se renueva cada tres o cuatro años y con el tiempo, va a serlo más rápidamente, por eso nuestro desafío es cómo hacer para tener mejores jugadores que estén en grado de adaptarse a dichos cambios. El Rugby es un juego de ataque pero también es un juego de defensa y la tendencia hoy en día es decir, hoy trabajamos el ataque o trabajamos la defensa pero en realidad las trabajamos las dos al mismo tiempo. El Rugby es un juego de ataque y de defensa y cuando alguien tiene la pelota actúa sobre la defensa y la defensa reacciona respecto al atacante si cortamos el juego en dos durante los entrenamientos, vamos a cortar la complejidad del mismo y sólo tendremos el partido del fin semana para encontrar nuevamente esa complejidad. Por eso se tiene que hablar del juego en toda su totalidad; para esto tenemos que hablar de las reglas que comprenden a los jugadores, al conjunto de ellos y a sus comportamientos que son diferentes a medida que las reglas evolucionan. Como ejemplo tenemos la regla del line out que ha cambiado completamente el juego del rugby. El rugby actual es completamente diferente al que hemos jugado nosotros y ya los jugadores no se rigen por los números que llevan en la espalda sino por el espacio que ocupan. Hoy en día las reglas han traído mucho movimiento y desplazamiento de los jugadores y de la pelota y por consecuencia mayores detenciones temporarias del juego, tackles y reagrupamientos. El Rugby actual podemos decir que es movimientos más puntos de fijación; esto nos demuestra que las fases de movimiento son cada vez más importantes, y que ocupan la mayor parte del tiempo de juego. Este movimiento puede ser tanto con las manos como con el pie y nuestros entrenamientos deben estar orientados a ocupar el mayor tiempo en este aspecto del juego.
Cuando se habla de la progresión de la enseñanza del jugador debutante al jugador de alto nivel, nuestra estrategia de enseñanza debe ser desde las fases dinámicas hacia las fases estáticas. Con esto no queremos decir que las formaciones fijas no sean importantes, pero si consideramos imprescindible que lo primero tienen que saber los jugadores es accionar y reaccionar dentro del juego manejando todos los principios del mismo que son, como todos sabemos:

1º AVANZAR, sin el cual no podríamos realizar nada y

2º UTILIDAD, que es cuando el jugador sabe que hacer cuando esta sobre la pelota, en la proximidad de la misma y lejos de ella logrando la mayor eficacia posible.

Actualmente el juego de movimiento no se caracteriza solamente por el juego de pases o juego con el pie sino también por muchas detenciones a partir de los tackles y por confrontaciones individuales (1 vs.1) que son muy numerosas y generan obligaciones en los jugadores. Es decir, en cada tackle se presentan dos opciones; una la conservación de la pelota y la otra es la pérdida. En el caso de que la conserve el jugador se le presentarán distintas opciones de juego, si la pelota es liberada rápidamente el jugador podrá decidir en que sentido juega la pelota o si quiere avanzar en el eje profundo y los encadenamientos del juego se darán en forma dinámica. En cambio si la pelota es liberada lentamente la defensa tiene todo el tiempo para reubicarse y en definitiva es la misma situación que encontramos cuando iniciamos el juego de una formación fija. En el rugby moderno se busca liberar la pelota rápidamente a condición de que estemos organizados colectivamente para poder explotar esa situación. Hoy en día el número de tackles es muy grande y no se están usando las reglas correctamente o por lo menos con el espíritu en que están concebidas, que es la de evitar los tackles y de jugar las pelotas por el suelo. Los jugadores de alto nivel apenas toman la pelota van contra el primer marcador que encuentran enfrente. Debemos exigir a los jugadores más jóvenes que están preparándose para el primer nivel, que no vayan contra los muros sino que utilicen las puertas; otra figura interesante para graficar esto es que no vayan a chocar contra el tronco de un árbol ya que es más fácil pasar a través de las ramas. El juego es de una gran confrontación, pero las defensas se ubican a todo lo ancho de la cancha y no dejan mucho espacio para penetrarlas, pero tenemos que considerar que esto se produce por que los atacantes se organizan mal para penetrarlas; nuestro objetivo será desorganizarlas y una vez echo esto debemos penetrarlas y tratar de mantener esta desorganización a medida que vamos atacando. Pero para esto debemos jugar de pie y no ir al suelo, donde el jugador debe comprender que si va al suelo está penalizando tanto a su equipo como a él mismo. Los debemos convencer que deben tratar por todos los medios de jugar mediante pases por arriba y para que se den cuenta de esto se deben entrenar con muchos ejercicios con oposición.
El entrenamiento con oposición no debe ser mediante una oposición por compromiso. se les debe pedir a los jugadores que trabajen inteligentemente respetando las consignas planteadas, de manera tal que el trabajo realizado sirva para desarrollar el juego de ellos mismos. El entrenamiento con oposición no debe ser mediante una oposición estúpida. Le pediremos a los jugadores que trabajen inteligentemente respetando las consignas planteadas, de manera tal que el trabajo realizado sirva para desarrollar el juego de ellos mismos. Si entrenamos sin oposición, tenemos que tener en claro que debe ser para desarrollar la táctica individual en función de la organización colectiva. Pero si queremos trabajar la inteligencia en el juego, sólo podremos hacerlo mediante la oposición; esto es tan importante para el jugador debutante como para el jugador de alto nivel.





Particularidades atribuibles al crecimiento durante la adolescencia (15 a 19 años)

El entrenamiento de los adolescentes exige ciertamente un proceso sistemàtico a largo plazo, pero los objetivos, los contenidos y los procedimientos de entrenamiento difieren en muchos aspectos de los convenientes para los adultos. Los problemas de adaptación a la edad y al nivel de desarrollo así como las proyeccciones a largo plazo, deben ser una preocupación constante. Una de las razones escenciales de la tesis según la cual “el entrenamiento del adolescente no es una reducción a la de los adultos”, viene dada por el hecho de que el adolescente, al revés del adulto, se halla todavía en período de crecimiento y su organismo sufre un gran número de transformaciones físicas, psíquicas y psicosociales que imponen límites a la capacidad de entrenamiento, si no se respetara esta situación natural se corre el riesgo de cometer errores que pueden perjudicar al adolescente en su crecimiento, dejando secuelas irremediables en la adultéz.
Otro problema que plantea el crecimiento es el hecho de que los adolescentes no crecen en forma continua, sino por estirones (saltos).
La velocidad de crecimiento disminuye constantemente hasta la edad adulta. La excepción esta constituida por una aceleración pasajera del crecimiento en el período de pubertad. Que en los adolescentes se sitúa entre los 13 y 15 años.
Sin embargo se puede comprobar que los segmentos corporales, considerados aisladamente, sufren su estirón de crecimiento en momentos diferentes: los pies y las manos alcanzan su talla adulta antes que las piernas y los antebrazos, y éstos, a su vez, la alcanzan más rapidamente que los muslos y los brazos. A este fenómeno se le denomina regularidad de crecimiento centrípeto.
La ley de “Marck-Jansen” establece que la sensibilidad de los tejidos es proporcional a la velocidad del crecimiento. Así pues el adolescente está más expuesto a los riesgos de lesiones por cargas de entrenamiento antifisiológicas que el adulto, sobre todo en el momento del estirón de crecimiento de la pubertad, asociado a un considerable peligro de sobrecarga ortopédica. Sin embargo, es preciso tener en cuenta que la tolerancia a una determinada carga de entrenamiento puede variar de un sujeto a otro, igualdad de edad cronológica y biológica.
La capacidad para tolerar una carga individual por parte de los huesos, los cartílagos, los tendones y los ligamentos constituye un factor limitativo en el entrenamiento del adolescente. Las estructuras del aparato motor pasivo están en pleno crecimiento y todavía no tienen la resisitencia que poseen los adultos.
Consideramos las siguientes particularidades:
• Los huesos son más flexibles debido a la mayor proporción de materiales orgánicos, relativamente blandos, que por su resistencia a la flexión y a la presión es menor que la del adulto, lo que limita la capacidad del conjunto del sistema óseo para soportar cargas elevadas de trabajo en el entrenamiento.
• Los tejidos de los tendones y ligamentos no son todavía bastante resistentes a la tracción, pues su estructura miscelar está poco marcada (las micelas forman estructuras análogas a redes cristalinas) y una gran mayoría de su sustancia intercelular no es aún bastante resistente a la tracción.
En conjunto se comprueba que el entrenamiento aplicado en un período favorable del crecimiento, que solicita la totalidad del aparato motor pasivo de múltiples maneras no estereotipadas, ofrece un estímulo apropiado para el crecimiento, así como la mejora de las estructuras. Por el contrario, cargas de trabajo estereotipadas máximas, o ejecutadas sin preparación del organismo durante el curso del crecimiento, pueden provocar a corto plazo (lesiones con demora) la destrucción de los tejidos implicados.
En este contexto, es preciso mencionar además que las estructuras del aparato motor pasivo del adolescente se adaptan a sobrecargas adecuadas en sentido bio-positivo, pero que la velocidad de dicha adaptación no es comparable a la del aparato motor activo: mientras que el músculo, sólo una semana después del estímulo de entrenamiento, se pueden observar modificaciones funcionales y morfológicas, no se observa ninguna con relación a los huesos, cartílagos, tendones y ligamentos. Estos cambios no son evidentes hasta después de varias semanas de entrenamiento. Esta lentitud de adaptación, asociada a una sensibilidad particular a las sobrecargas del organismo, por el hecho del crecimiento, exige una progresión rigurosa en el entrenamiento de los adolescentes, con el fin de asegurar a las estructuras de soporte pasivo del movimiento un lapso suficiente de tiempo de adaptación, evitando sobrepasar los límites que puede soportar el organismo y los accidentes que son su consecuencia.
Teniendo en cuenta que la recuperación del aparato motor pasivo es mucho más lento y que, si las cargas de entrenamiento intervienen demasiado pronto, pueden conducir a una recuperación incompleta, con el consiguiente aumento de riesgo de problemas para las estructuras afectadas.
Desde el punto de vista ortopédico cabe destacar las siguientes recomendaciones:
1. Tiempo de recuperación suficiente despues de un entrenamiento de fuerza muscular.
2. No alterar cargas bruscas sobre un organismo no preparado.
3. No realizar ejercicioscon barra sobre los hombros o cualquier otro aparato con carga vertical sobre la columna vertebral, antes o durante el estirón de crecimiento debido a la pubertad. En esta edad es suficiente el propio peso del cuerpo.
4. No utilizar cargas estereotipadas: la suma de las cargas, cuando son unilaterales, pueden crear lesiones a una parte del aparato motor, hipotecando de este modo el conjunto del sistema funcional.
5. No utilizar cargas estáticas de duración excesiva; las presiones alternas son favorables al cartílago articular y al cartílago fibroso de los discos entre las vértebras.

Las cargas estáticas deterioran la irrigación sanguinea, las cargas dinámicas las mejoran. Por esta razón, los ejercicios dinámicos de fuerza deben ser preferidos a los ejercicios estáticos, sin restricción.
Poco antes de la primera fase de la pubertad, la testosterona aumenta sensiblemente en los chicos. Debido a este fuerte crecimiento del índice hormonal, que también tiene por consecuencia otras transformaciones hormonales, se manifiesta un dimorfismo sexual, es decir, una diferencia entre los factores físicos del rendimiento, o incluso de las medidas antropométricas entre chicos y chicas. En los adolescentes, lo que es evidente sobre todo es el aumento de la masa muscular, que pasa del 27 al 40% durante la pubertad. Paralelamente, la testosterona produce un incremento de la capacidad anaeróbica.
Este período de la adolescencia que comprende desde los 15 a los 19 años de edad, marca el final de una evolución que, parte de la infancia y termina en la época adulta. Se caracteriza por una ralentización de la evolución de todos los parámetros del crecimiento del desarrollo. El rápido crecimiento en altura se ve reemplazado por un crecimiento más marcado en anchura. Se armonizan las proporciones y permiten que mejoren las facultades de coordinación. El aumento de la fuerza y de las capacidades de almacenar y fijar esquemas gestuales, crean condiciones óptimas para la mejora de la capacidad de rendimiento. Dado que, en la adolescencia, la condición física y la coordinación pueden aprenderse paralelamente con intensidad máxima, este período representa una nueva fase de mejora del rendimiento motor. Se aprenden mas rapidamente y se retienen mejor los movimientos más difíciles.
El equilibrio de las proporciones corporales, la estabilización psíquica, la elevación del nivel intelectual y una afinación de la capacidad de observación hacen que la adolescencia sea una edad de oro para el aprendizaje. El aumento de capacidad psicofísica para soportar mayores cargas de entrenamiento y la gran adaptabilidad del sistema nervioso central, típica de este período del crecimiento, permite sostener un entrenamiento voluminoso e intenso. Precisamente al final de la adolescencia se sitúa el período de rendimiento máximo para algunos deportes, lo que permite utilizar ya todos los contenidos y métodos de entrenamiento.
Como conclusión el entrenamiento del adolescente no es una reducción del entrenamiento del adulto.
Cada grupo de edad comporta sus particularidades y sus tareas didácticas específicas.
La propuesta de estímulos de entrenamiento y de situaciones de aprendizaje debe regularse en función de fases sensibles del desarrollo del individuo.
En la fase de la prepubertad es precisamente buscar, ante todo, la mejora de las facultades de coordinación y la extensión del repertorio de gestos, mientras que en la pubertad se deberá privilegiar el desarrollo de la condición física. Sin embargo, hay que indicar que la coordinación (técnica) y la condición física deben desarrollarse paralelamente, teniendo siempre presente que puede haber predominio de una u otra según los objetivos del entrenamiento.

Adolescencia: momento en la constitución psíquica de un sujeto.
Louise J. Kaplan, en Adolescencia, El adiós a la infancia, dice:
“Ciertas nociones sobre la adolescencia la presentan meramente como una edad dificil, una época caracterizada por un afán rebelde de destrucción o bien una transición dolorosa entre la infancia y la adultez. Ultimamente se ha puesto de moda considerarla como una invención social arbitraria, apenas digna de ser estudiada. Yo voy a sostener el punto de vista que de la lucha personal del adolescente por consolidar su sexualidad genital con la autoridad moral del orden social, significa un renacimiento de las aspiraciones culturales y morales de nuestra especie. Cada vez que una nueva generación de adolescentes se dispone a tomar las riendas del orden social, ello trae consigo nuevas esperanzas y nuevas posibilidades.
El crecimiento tanto físico como psíquico es violento, pues se trata de un pasaje un cambio de ropaje profundo; y en este punto es donde la agresividad, esa pasión tan ferviente se despierta porque el joven necesita afirmar su nueva identidad, su yo está dispuesto a pelearse para “crecer”, para sostener sus nuevos valores, ya que se produce una trasmutación del mundo infantil de valores a un mundo adulto de valores, en ese espacio ¿ dónde ubicar los suyos?, ya no es un niño pero tampoco un adulto. Entonces llega la confrontación, se plantean las diferencias de generación en casa y con lo instituido en la sociedad.
La agresividad es inherente a una energía psíquica, imposible de disolver pero sí de domesticar. Es por esto que se debe estar muy atento y saber comprender este proceso, para no juzgar al adolescente que está frente a nosotros y sí, estar a su lado para que no cometa errores que impidan su normal desarrollo como individuo en el camino a su identidad.
Es determinante crear un ambiente propicio para que el joven pueda responder a los cuestionamientos que se producen en esta edad tan crítica, se puede decir que el tema central de la adolescencia se basa en la búsqueda de la identidad, ya que aún se siente niño, se desvaloriza, no sabe quien es, ni que quiere, ni como relacionarse con el sexo opuesto, no reconoce su cuerpo, se siente inseguro. Estas situaciones son de cuidado y el adulto debe saberlas controlar ya que representa un referente importante en esta etapa de su vida.
En el adolescente conviven tendencias sumamente contradictorias: desde la inmovilidad más improductiva hasta la fertilidad prodigiosamente creativa; desde actitudes infantiles hasta conductas sensatas y moderadas.
Este es un período de rebeldía y reemplazará a su familia por un nuevo grupo de pertenencia, en el que podrá opinar sin sentirse criticado, buscará un ámbito para dedicarse en extremo, característica del adolescente para encontrar y desarrollar sus inquietudes. Esto último es relevante pues nos marca una oportunidad más que invalorable para encaminarlo en el deporte y poder desarrollar la formación de actitudes y valores.
Depende de nosotros los adultos, no pensar a los adolescentes como “adultos”, sencillamente no están capacitados para serlo.

Desde la concepción educativa del deporte, el eje que vertebra todo el proceso de enseñanza-aprendizaje es el adolescente y no el deporte, es decir, no se trata tanto de aproximar el adolescente al contenido del deporte, en el sentido que dicho sujeto adquiera el dominio en unas técnicas y destrezas específicas como de acercar el deporte al joven, en el sentido que el mismo joven vea favorecido su formación por medio de la práctica deportiva. No se trata de educar para el deporte, como si éste fuese el coronamiento de la educacón física, sino de educar a través del deporte.
Para los deporte colectivos, consideramos que la práctica debe entenderse como un contenido procedimental cuyo objetivo final es facilitar el desarrollo de diversas capacidades en los adolescentes. Desde el punto de vista de la E.F. dichas capacidades deben referirse, por un lado, a capacidades motrices y, por otro, a capacidades cognitivas, volitívas y actitudinales. Es decir, debemos garantizar el desarrollo de las aptitudes físico-motrices de los jóvenes conjuntamente con las capacidades cognitivas y afectivas que deben servir para la construcción del conocimiento. Es importante en éste sentido comprender que el aprendizaje de las acciones o habilidades deportivas no solo es un aprendizaje ejecutor, sino que debe entenderse como un aprendizaje cognitivo-motriz. El aprendizaje de las habilidades que necesitan en las tareas de cooperación-oposición, siempre requieren de una implicación cognitiva. Al respecto Famose (1992) citado por F. J. Castejón, comenta “cuando se adquiere una habilidad motora, no se aprende un movimiento, sino estrategias y normas que permiten generar el movimiento eficaz en una tarea dada”.

Reforzaremos lo dicho anteriormente con algunas consideraciones a tener en cuenta para tratar de ser más explícitos aún, en cuanto a que debemos entender que el crecimiento integral del joven se produce a tarvés de una importante serie de objetivos en la enseñanza-aprendizaje, que se deberán respetar en el tiempo y que resulta improductivo adelantarlos, como así también incentivarlos sin proseguir enriqueciéndolos y afianzándolos gradualmente. Por eso hay que recurrir a nuestro sentido común y comprender muy claramente que no debemos esperar un producto o resultado mediato, sino, tomar esta tensión de enseñar-aprender como un proceso, paciente y minucioso, con altos y bajos, lo importante para una evolución óptima es que el adulto reconozca los progresos y estancamientos del adolescente y encontrar él, o los métodos adecuados para ayudar al joven a solucionar desde lo socio-afectivo las situaciones traumáticas del juego y de su convivencia con la sociedad.
Ante esto podemos reconocer que la planificación es un elemento fundamental para organizar la tarea de los que están a cargo del dificil arte del enseñar-aprender, además funciona como elemento mediador entre la teoría y la práctica de la enseñanza, es importante para evitar esteriotipos, improvisaciones y tanteos, orientando el desempeño práctico en la situación real de enseñanza-aprendizaje. Por lo expuesto concluimos que de la pertinencia – significatividad – coherencia – riqueza de la propuesta del profesor o educador, dependerá la pertinencia – significatividad – coherencia – riqueza de los aprendizajes de los jugadores.


Objetivos que apuntan al desarrollo integral del jugador
en edad adolescente.

La siguiente es una propuesta de objetivos que tienen como fin desarrollar las potencialidades físicas y psicomotoras del adolescente y como fundamento pedagógico transformar y corregir los comportamienos y conductas sociales apuntando a formar un individuo sano, útil y un deportista de elite.

Desarrollar un espíritu deportivo.
Desarrollar un sentido de equipo.
Participar dentro del mismo en todas las facetas de la convivencia, con opinión y libertad.
Ser solidario con los demás, brindando colaboración para resolver situaciones del juego.
Tolerar y ser pacientes ante los errores de sus compañeros y propios, aprender de los mismos.
Interpretar las reglas fundamentales del juego, obtener ventajas de las mismas.
Respetarse a si mismo y al otro.
Aceptar y valorar su propio cuerpo, sus posibilidades y límites en la acción motriz.
Desarrollar una actitud agonista frente a la adversidad.
Reconocer y respetar su rol dentro y fuera del campo de juego.
Desarrollar un sentido de fidelidad hacia las consignas por cumplir, propias y la del conjunto.
Desarrollar un equilibrio mental para tomar decisiones del juego.
Reconocer actitudes y valores para aplicarlos al juego y a su relación con la sociedad.
Trabajar en un ámbito de optimismo.
Responsabilid para cumplir los compromisos asumidos.
Actuar con lealtad frente al oponente.
Controlar sus emociones y canalizar en forma positiva su agresividad.
Lograr plena confianza en la toma de decisiones.
Realizar gestos motores básicos.
Estructurar nociones temporo-espaciales; oponentes, compañeros, balón.
Interpretar las acciones de nuestros compañeros y oponentes.
Entrenar cualidades físicas básicas.
Desarrollar su inteligencia táctica, toma de decisiones.
Desarrollar los principios tácticos en ataque y en defensa.
Interpretar los principios básicos del juego
Desarrollar capacidades perceptivo-motrices, ubicación en el espacio.
Comprender el movimiento general del juego – penetración – desplegado – aéreo.
Razonar y accionar frente a la defensa, dentro de la defensa.
Interpretar los diferentes roles de acuerdo a la situación del juego.
Solucionar situaciones con ventaja numérica.
Desarrollar un sistema de comunicación motriz.
Entrenar gesto motor de las diferentes técnicas individuales.
Reconocer la seguridad como elemento para evitar accidentes.
Comprender conceptos estratégicos, análisis y lógica del juego.
Producir toma de decisiones adecuadas a través de su conducta motriz.
Desarrollar destrezas con otros objetos correspondientes a otros deportes (futball, basquet, volley, lucha etc.

A continuación se detallan objetivos específicos a partir de los 18 años (preferentemente), los cuales apuntarán a desarrollar un entrenamiento psicofísico, por el puesto que ocupa en el equipo. Se profundizarán las tácticas y estrategias desde las fases de fijación (ruck, maul) y lanzamiento (line, crum, salidas de 25 yardas, mitad de cancha, free-kicky penal).

Entrenar cualidades físicas básicas.
Entrenar destrezas individuales (por puesto), del juego desplegado, en el eje profundo y el juego aéreo.
Reconocer y aplicar las destrezas de su rol específico en el juego.
Realizar con efectividad las destrezas que no correspondan a su puesto específico.
Interpretar de manera eficiente su rol desde el Movimiento gral. del juego.
Interpretar de manera eficiente su rol desde las fases de Lanzamiento.
Interpretar de manera eficiente su rol desde las fases de Fijación.
Reconocer e implementar con eficiencia tácticas de defensa y ataque desde lo individual, lo colectivo parcial hasta lo colectivo total.
Conocer y aplicar las distintas estrategias de conjunto en ataque y en defensa.

Acerca de las estrategias....

Una de las fascetas más difíciles en el proceso de enseñanza-aprendizaje, es el de trabajar el “como” producimos las actividades adecuadas para que nuestros jugadores logren un determinado aprendizaje. Los métodos ó estrategias metodológicas son los recursos que se utilizarán para transmitir los contenidos y alcanzar los objetivos propuestos en el año o en un período más extenso de tiempo.
Estas estrategias se basarán desde cada una de las circunstancias que se desarrollan en un partido, movimiento general del juego, las fases de fijación (ruck y maul), y las fases de lanzamiento (line, scrum, salidas, penal, free-kick), es importante entender que la progresión de la enseñanza del jugador en la primera parte de la adolescencia por sus características psicofísicas y sociales es de fomentar el movimiento general y promover la enseñanza del juego desde las fases de fijación, o sea ruck y maul porque en ellas se destacan la toma de decisiones y la importante tarea de estructurar nociones temporo-espaciales, interpretando las acciones de sus compañeros y oponentes desarrollando un sistema de comunicación motríz que potencie la inteligencia táctica del jugador.
En el caso de las fases de lanzamiento, scrum, line-out, las salidas, penal y free kick, la importancia de la enseñanza de las mismas pasa mas que nada por el concepto de la seguridad, (a través del desarrollo de las técnicas de las formaciones), en ocaciones observamos que se entrena el scrum a los 15 o 16 años media hora o quizás más por práctica, empujando a su vez un peso exhorbitado para dicha edad, en todo caso apuntemos la práctica de las fases de lanzamiento principalmente el line y el scrum con conocimientos básicos desde la aplicación de las reglas a algunas situaciones tácticas para que el jugador obtenga los medios necesarios para producir variantes en el juego, desde el punto de vista de la defensa y el ataque. Es importante reconocer el nivel de juego entrenable de acuerdo a las edades y posibilidades de los jóvenes. El entrenamiento del adolescente no es una reducción del entrenamiento del adulto.
El rugby es uno de los juegos más exigentes en cuanto a satisfacer las necesidades que produce la incertidumbre del juego en el jugador, está en nosotros producir y proporcionar las herramientas necesarias para que los jóvenes puedan resolver las situaciones traumáticas que emanan del propio juego, para ello es esencial fomentar todo tipo de destrezas para que sean capaz de realizar gestos motores adecuados para resolver situaciones.
Las destrezas se adquieren a través de un proceso y no un resultado, no tienen un tiempo determinado, es una gimnasia infinita que debe realizarse y refinarse durante toda la vida útil del deportista, las destrezas motoras tienen la particularidad que no se adquieren practicándolas con oposición, este proceso tiene que ver con situaciones intrínsecas en una primera instancia del propio jugador, observación, acción, evaluación y reacción, (sistema de retroalimentación), se trata con esto de estructurar los sistemas motores.
Muy distinto es el tema del incremento de la inteligencia táctica del jugador, la práctica con oposición es el principio fundamental para que el adolescente potencie el entendimiento del juego y el perfeccionamiento en la toma de decisiones, extendiéndose desde lo individual, hacia lo colectivo parcial hasta lograr lo colectivo total.

BIBLIOGRAFÍA

“Entrenamiento óptimo”, como lograr el máximo rendimiento.
Jurgen Welneck. Ediciones Hispano Europea S.A., Edición 1998.

Diseño Curricular Jurisdiccional, Pcia de Santa Fe, Contenidos Básicos Comunes.
Educación Física 3er. Ciclo E.G.B.

Los Deportes Colectivos: Acercamiento al planeamiento educativo de los deportes por equipo. Prof. Rafael López León.

Revista Novedades Educativas
Editora Kaplan.

Comentario de Pierre Villepreux

Notas y apuntes personales.






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